Sigamos profundizando y aprendiendo un poco más de nuestros miedos y sus consecuencias.
¿Has hecho el ejercicio de la semana pasada? ¿Has observado tu mente y detectado en cuantas ocasiones estas creando “fantasmas” que no te permiten reaccionar de una forma relajada y disfrutar?
Si lo has hecho genial. Si no lo has hecho, sería interesante que lo hicieras para poder aplicar y comprender mejor los siguientes pasos que vamos a dar: cómo clasificar los diferentes miedos y de qué manera afrontarlos para que dejen de ser una limitación.
- Seguro que hay diferentes corrientes y estudios que clasifican los miedos de distintas formas, pero en este caso vamos a tomar como referencia al gran maestro Gerardo Schmedling Torres que los clasifica en 4 tipos:
Miedo a perder que es el miedo a la escasez o a no conseguir lo que creo que necesito. Para superar este miedo debemos comprender que siempre tenemos lo necesario y eso se consigue sobre todo VALORANDO LO QUE TIENES. - Miedo a enfrentar, es el miedo a ganarte el sustento, ese miedo que tenemos a no estar a la altura de las circunstancias. Este miedo nos hace estar en un continuo chequeo de nuestras expectativas y no nos deja fluir con lo que la vida nos presenta. Para podernos liberar de él necesitamos practicar sobre todo el ejercicio de SOLTAR. para lo que es fundamental ACEPTAR.
- Miedo a ser abandonado es el miedo a la soledad, el miedo al rechazo de otros. Es ese miedo que nos hace tomar decisiones en función del qué dirán y abandonar nuestro propio yo interior. Es el miedo que nos precipita hacia una vida enfocada al exterior y no al interior. Superamos este miedo ejercitando sobre todo el valor de RESPETAR y de ACTUAR, ASUMIENDO todas las consecuencias de nuestras decisiones.
- Miedo a morir este miedo surge para defender el cuerpo físico. Aunque se origina de esta manera que parece tan básica en el inconsciente y no nos damos cuenta de que lo que defendemos es la vida, este miedo surge cuando no somos capaces de ADAPTARNOS Y AGRADECER todo lo que la vida nos ha dado, en especial los momentos más complicados que son los que nos dan la oportunidad de aprender.
Al final, como ya hemos comentado, si utilizáramos los miedos en su función natural, nos servirían de perfectos indicadores para ver qué es lo que nos falta por aprender y también nos daríamos cuenta de que aplicando en cada caso la herramienta necesaria (valorar, aceptar, respetar, actuar, asumir, adaptarse o agradecer) los podamos trasceder.
Pero ¿Cuál es el problema?, que en ved de usarlos como simples indicadores, los terminamos convirtiendo en traumas y limitaciones. Traumas y limitaciones que incorporamos en nuestra vida como reacciones naturales y que creemos que nos deben ayudar pero que al final solo nos dificultan.
- Veamos los traumas más habituales que se asocian a cada uno de los miedos que hemos presentado:
El miedo a perder hace que se dispare en mi interior la Ira, el orgullo, la angustia o la agresión todo ello con la ilusión de conseguir lo que creemos que necesitamos. Nos peleamos por conseguir lo que creemos que necesitamos y eso nos hace olvidarnos de valorar lo que tenemos. Y en este juego perdemos la oportunidad de disfrutar de la vida. - El miedo a enfrentar, por su parte, activa en nosotros la pena, el pudor, la apatía o la pereza. Este es el mido de los que se esconden tras la vergüenza o la timidez. Pero también de los que lo disfrazan de indecisión o frustración. Muchas veces este miedo hace que tengamos sensación de inferioridad y nos hace pensar que somos incapaces de actuar como nuestro interior nos indica y eso finalmente termina en complejo de inferioridad o incluso susceptibilidad.
- El miedo a ser abandonado lo podemos detectar en traumas como el odio, los celos o la posesividad. Aquí se llega a disfrazar incluso de sobreprotección, con la excusa de estar siempre a disposición del otro, cuando lo que realmente necesitamos es que el otro nos apruebe porque si no nuestra autoestima baja vertiginosamente. Si no tenemos la continua aprobación de los demás terminamos sintiendo una profunda tristeza, desamparo, nostalgia o incluso dejadez. Y en algunos casos con la intención de disimular nuestro miedo y para seguir “manteniendo el tipo” ante los demás lo disfrazamos de vanidad.
- Por último el miedo a morir, que como decía es el más básico de los miedos, se asocia también a traumas de ese mismo nivel como el terror, las fobias, la histeria o el pánico. La necesidad instintiva de sobrevivir nos lleva a tener Apegos que a su vez son los que nos llevan a la avaricia, el recelo o incluso la tacañería. Este miedo hace que luchemos contra la vida con una actitud de rebeldía constante que nos hace confundir la constancia con la terquedad. En resumen es el miedo de la desconfianza.
Como verás en estos 4 miedos están perfectamente representados todas las formas de defensa que ponemos en marcha creyendo que nos van a ayudar a tener el control de nuestras vidas. Y la realidad final es que solo nos paralizan.
Ahora el ejercicio es revisar contigo mismo, con toda la sinceridad de la que seas capaz, los diferentes traumas que hemos ido planteando hasta aquí y detectar si te identificas en especial con alguno de ellos.
Si alguna de estas cosas que hemos comentado te resultan familiares y te has podido identificar con alguna, mi más sincera ENHORABUENA, has dado el primer paso para seguir creciendo: ser consciente.
Seguramente sea una situación que se repite en tu vida, y solo tienes que ser consciente de que la razón por la que se repite es porque te estás «peleando» con ella queriendo «defenderte» de un fantasma que tú mismo has creado.
Para poder deshacerte de estos traumas o fantasmas, se necesita trabajar la mente desde la parte racional para poder superar el instinto y comenzar a darle espacio a la intuición. Esto es un trabajo que se consigue en el día a día y cuyos primeros pasos se pueden hacer principalmente utilizando dos herramientas:
Reprogramación mental, consiste en pensar y visualizar unas formulas determinadas y repetirlas muchas veces, de día y de noche. Cuando la mente finalmente las instale, lograrás la desconexión de los primitivos programas de defensa traumática del Cerebro y la capacidad de utilizar tus miedos como indicadores de crecimiento.
La de-sensibilización sistemática consiste en ir practicando de forma consciente el nuevo comportamiento en tu día a día e ir verificando el resultado.
En el próximo Blog comenzaremos trabajando estas dos herramientas aplicadas al primero de los miedos y poco a poco las repasaremos con los 4 miedos.
Feliz semana!