Después de algunas semanas hablando de temas navideños más cercanos a lo que solemos llamar nuestra parte “espiritual”, vamos a retomar esta semana el desarrollo de consciencia visto desde una perspectiva más científica.
Como sabes la ciencia que en este momento más se está acercando a los temas del «Ser» es la física cuántica que ya ha demostrado que, como todo en el universo, somos energía informada. Conociendo este hecho vamos a profundizar en una ciencia ancestral que precisamente basa su capacidad de transformación en el manejo de la información: la Alquimia.
Históricamente los alquimistas buscaban la transmutación física de los metales básicos en oro. Solo unos pocos lograron descubrir el verdadero secreto de esta transmutación, pues confundían el oro, como el metal físico más preciado del mundo de la materia, con el «verdadero oro» aun más preciado que es la luz en el mundo a través de la comprensión y el manejo del pensamiento como herramienta transmutadora.
La Alquimia nos enseña a utilizar el poder del pensamiento, como herramienta para descubrir los secretos de la vida y comprender así el verdadero significado de la transmutación y la trascendencia personal. El pensamiento es el alquimista de tu ser que se encarga de generar en tu cuerpo la química necesaria para estar en coherencia y relucir como el oro.
Los pensamientos están principalmente relacionados con la mente y los sentimientos con el cuerpo. Los pensamientos que surgen desde el cerebro producen substancias químicas que te hacen sentir exactamente cómo estás pensando.
En cuanto te sientes de acuerdo con lo que piensas, empiezas a pensar de acuerdo con lo que sientes. Este ciclo de pensamiento y sentimiento es lo que se llama “Estado del Ser” que supone un estado mental emocional que nos lleva a un modo especial de pensar y sentir que al final termina siendo nuestra identidad.
A los 35 años esta identidad está ya absolutamente formada y eso significa que los que superamos esa edad tenemos profundamente programadas en nuestro cuerpo una química concreta que nos genera actitudes, creencias, conductas, reacciones emocionales, hábitos y percepciones que repetimos sin darnos cuenta.
Y es en este tipo de reacciones cuando el cuerpo toma las riendas y se hace con el control de la mente, porque ya no necesitamos ser conscientes de lo que estamos haciendo y la química se genera casi sola. Por resumir terminamos siendo lo que nuestro “Alquimista interior” nos transmite.
Esto hace por ejemplo que cuando alguien que tiene instalado el «yo químico» de la vergüenza, de la culpa o del sufrimiento, y se propone hacer un cambio únicamente cambiando los pensamientos y olvidando trabajar sus emociones y sensaciones, le resulta tan complicado el cambio. Esto se produce porque somos adictos a la química de nuestro yo y al intentar cambiar el estado emocional tenemos una especie de “mono” por el estado emocional anterior.
Al principio nos sentimos desequilibrados porque el cuerpo y la mente no están en coherencia mientras que la mente empieza a enviar mensajes de una nueva forma de vivir aun no conocida por el cuerpo, el cuerpo sigue viviendo y repitiendo la química del pasado que general las emociones del pasado.
Para romper este ciclo de nuestro estado del ser, debemos recuperar la coherencia y afrontar el cambio tanto desde la mente como desde el cuerpo para que deje de generar la “química del yo habitual” y le debemos enseñar a generar la química necesaria la nueva forma de vivir.
Para cambiar de verdad hay que desmemorizar esas emociones que se han convertido en parte de tu personalidad y hacer que el cuerpo se acostumbre a una nueva mente que le orienta a sentir las emociones del presente. La buena noticia es que podemos hacer conscientes esas tendencias en el día a día y cambiar nuestro estado del ser. Es en este ámbito en el que herramientas como la relajación, la meditación, el yoga o el mindfulness, que tan de moda se están poniendo, sirven de gran ayuda para afrontar el cambio.
Se trata de conseguir sustituir la química negativa que está en nuestras venas por una química positiva. Solo tenemos que superar nuestra tendencia a vivir en el pasado activando las emociones del cuerpo de forma automática y pasar a ser conscientes y utilizar el presente para sentir nuevas sensaciones y reeducar a nuestro cuerpo a quedarse con esta nueva química.
Dar esta media vuelta es la gran hazaña del cambio personal. Debemos superar nuestra “adicción a los sentimientos de siempre”, porque cuando queremos mirar hacia el futuro y soñar con una nueva vida más plena y feliz y superar el recuerdo de quien “crees que eres” debemos transcender los pensamientos y sentimientos recurrentes memorizados por el cuerpo y eso se consigue cambiando al químico que llevamos dentro, aplicando la alquimia y consiguiendo hacer coherente lo que estamos viviendo en el presente con la reacción más eficaz para afrontarlo. Uniendo cuerpo y mente.
Te animo a que esta semana practiques la alquimia entendida como la ciencia de la transformación interior a través del manejo de la información, buscando si hay algún rasgo de tu personalidad que te resta eficacia personal y hacerte consciente de tus pensamientos “mentales” y la química que producen con determinados sentimientos “corporales”.
¿Qué es lo que te dices a ti mismo en este tipo de situaciones? ¿Qué sientes en el cuerpo cuando te toca experimentar una situación que te provoca esta química? ¿Qué cambios podrías hacer en el pensamiento? ¿Con qué otros sentimientos corporales los podrías asociar?.
Y sería maravilloso si además de hacer este ejercicio de reflexión tienes la oportunidad de buscar una situación “controlada” en la que poder comenzar a “practicar” con tu nuevo químico interior y verificar que puedes hacer alquimia con tu ser.
Feliz semana!!!