Respetar

“Respetar a los demás en sus opiniones y circunstancias te hará ver la riqueza de la diversidad y el lujo que supone compartir la vida con todos y cada uno de ellos”

Hoy voy a empezar con una pregunta que te animo a contestarla con profunda honestidad: ¿Cuándo ha sido la última vez que has criticado a algo o a alguien? ¿Has pasado alguna vez un día completo de tu vida sin criticar, descalificar o juzgar algo o a alguien?

Y ¿Por qué comienzo con esta pregunta? Porque tiene mucho que ver con lo que significa respetar.

Renunciar a la crítica te ayudará a comprender que cada quien hace lo mejor que sabe hacer y que no somos nadie para para criticar, descalificar, juzgar, condenar y castigar a ninguna persona por ningún motivo. Esta renuncia solo se consigue respetando a las personas en sus ideas, costumbres, creencias, comportamientos y en su derecho a tomar sus propias decisiones, a pesar de que en nuestra opinión puedan estar equivocados.

Si lo miramos desde un punto de vista individual, a todos nos gusta que nos respeten en nuestras ideas, costumbres y creencias y nos sentimos con el derecho a tomar nuestras propias decisiones. Ya desde pequeñitos nos gusta que nos tengan en cuenta. Muchos de los enfrentamientos que se producen en los patios de los colegios surgen de este punto: hacerse respetar.

Pero claro, para que los demás nos respeten primero tenemos que ser respetuosos, tanto con nosotros mismos y por supuesto con los demás.
.
Al igual que en los patios de los colegios, la mayor parte de los problemas del mundo tiene como origen la falta de respeto. En cambio el respeto al derecho ajeno es lo que consigue la paz.

Miguelito y mafaldaComo le dice Miguelito a Mafalda cuando no respetamos a los demás es que en el fondo nos creemos mejor que ellos. Creemos “tener la razón”. y resulta que todo está basado en las creencias de cada uno.

Una creencia no es más que algo que no hemos verificado y que simplemente “creemos” que es una verdad, pero que al practicarla no obtenemos el resultado que buscamos.

Una verdad, en cambio, es algo verificado y que por tanto somos capaces de conseguir el resultado exacto que esperamos.

Por ejemplo si yo te pregunto ¿sabes construir un edificio? La respuesta no puede ser creo que si o creo que no… para poder construir un edificio hay que “saber”.

Teniendo en cuenta entonces que en la vida nuestra intención siempre es ser felices, es fácil comprender que todo lo que hacemos es porque “creemos” que nos va a hacer más felices

Por tanto, si hay algo que “crees” que es bueno para ti pero al practicarlo solo te produce resultados de lucha, resentimiento o ira y te aleja de la felicidad, entonces es que realmente hay algo que “no sabes”

En cambio, aquello que al practicarlo te hace feliz será una verdad que, como el arquitecto que sabe construir un edificio, sabes que obtienes el resultado esperado: tu felicidad y la de los que te rodean.

En definitiva, la reflexión es cuantas veces utilizas tus “creencias” como base para pelearte con la vida o para enfrentarte con otros, sin darte cuenta de que en muchas ocasiones en el otro está la oportunidad de aprender aprovechando la riqueza y diversidad del mundo que te rodea. ¿Cómo sería la vida si en vez de pelearnos por “hacernos respetar” buscásemos nuestra felicidad en el respeto a los demás?

Hay un ejercicio muy bueno que puedes hacer esta semana. Escucharte a ti mismo y cuenta cuantas veces al día dices “yo creo que…” y a pesar de no estar totalmente seguro de lo que dices a continuación lo defiendes o incluso te enfrentas con otros en base a esa“creencia” que nunca has verificado.

Una vez que identifiques lo que defiendes con ese “creo que…” hazte la siguiente pregunta ¿otra persona podría creer lo contrario?… esto te ayudará a comprender y respetar otros puntos de vista diferentes al tuyo y sobre todo a liberarte de “defender” lo que realmente solo es una creencia y abrirte a aprender nuevos puntos de vista que te puedan ayudar a encontrar la verdad.
A cambio de querer imponer a los demás tus propias creencias te animo a escuchar y compartir con alegría la experiencia de cada día, respetando a todas las personas en sus ideas, costumbres, creencias, comportamientos y en su derecho a tomar sus propias decisiones y como consecuencia ser más libre, más feliz y hacer más feliz a los que te rodean.